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Ali Agca, el terrorista que quiso matar al papa Juan Pablo II

Las caras del mal

Hace 43 años el turco disparó cuatro veces al Pontífice en la plaza de San Pedro ante miles de feligreses

El por entonces Santo Padre visitó a su asesino en la cárcel y le perdonó

Ali Agca, el terrorista que quiso matar a Juan Pablo II

Ali Agca, el terrorista que quiso matar a Juan Pablo II

LVD

Muchos recordamos el momento en el que el papa Juan Pablo II fue herido de bala durante una de sus multitudinarias procesiones en la plaza de San Pedro del Vaticano. Aquel 13 de mayo de 1981 significó un antes y un después para la Iglesia católica y sus fieles, pero también para el hombre que intentó matar al Santo Padre. Desde aquel instante, las medidas de seguridad en torno a la Santa Sede se extremaron, el amplio cordón con los seguidores se acortó y se blindó el transporte papal, al que pasamos a conocer como 貹貹ó.

Transcurridos treinta años del incidente, su agresor dio la cara y explicó los motivos del atentado. ¿Se trataba de un acto reivindicativo motivado por sus demonios interiores? ¿O realmente de una conspiración perpetrada por el ayatolá Jomeini y el Gobierno iraní contra el antiguo Pontífice?

Los Lobos Grises

Mehmet Ali Agca nació el 9 de enero de 1958 en Hekimhan, un suburbio de Malatya (Turquía), en el seno de una familia humilde. No hay información alguna acerca de si fue a la escuela, pero sí que trabajó desde muy niño ayudando a su familia. Sus quehaceres cotidianos consistían en vender agua y recoger los restos de carbón que encontraba en la estación de tren.

En un momento dado, las malas compañías desviaron su camino hacia el mundo de la delincuencia. De hecho, su carácter se forjó en las pandillas callejeras de su barrio, donde empezó cometiendo pequeños hurtos y acabó siendo traficante de droga.

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Ali Agca bajo arresto policial en 1981

Terceros

Su personalidad se endureció con el entrenamiento que recibió por parte del Frente Popular para la Liberación de Palestina. Durante dos meses, Agca aprendió a utilizar toda clase de armamento y a instruirse en tácticas terroristas en Siria. Al terminar, se alistó como miembro de los Lobos Grises, organización de extrema derecha que dependía del partido Movimiento Nacional del coronel Alparslan Turkes, los mismos que llevaron a Turquía a un golpe militar en 1980.

Su carrera delictiva estaba en pleno auge, así que para evitar ser detenido en Malatya utilizó documentación falsa con la que huir hasta Estambul.

Sangre en el 貹貹ó

El primer asesinato con el que se le relacionó fue el del periodista liberal turco Abdi Ipekci, al que mató el 1 de febrero de 1979 por orden del Movimiento Nacional. Las autoridades le detuvieron por el homicidio y, cuando iba a ser condenado a muerte por rebeldía, Agca se fugó el 23 de noviembre. Aquello parecía imposible porque estaba recluido en la cárcel más segura del país, la de Kartal Maltepe, al sudeste de Estambul.

Su huida se prolongó hasta el mismo día en que intentó asesinar al papa Juan Pablo II. Durante esos más de dos años, empleó toda clase de estratagemas para evitar la justicia. Falsificó pasaportes y cambió de apariencia, logrando cruzar países como Bulgaria, la República Federal de Alemania, Suiza, Túnez, Italia y España sin despertar la más mínima sospecha. Todo apunta a que Agca siempre tuvo benefactores que le ayudaron en su fuga. Sin embargo, el Vaticano se convertiría en su última y definitiva parada.

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Momento en el que Agca dispara a Juan Pablo II (13 de mayo 1981)

Terceros

A las 17:19 horas del 13 de mayo de 1981, mientras el papa Juan Pablo II circulaba a bordo del coche oficial descapotado saludando a la muchedumbre que le esperaba en la plaza de San Pedro del Vaticano para escuchar la audiencia general de los miércoles, Mehmet Ali Agca tenía sólo un objetivo en mente: matar al Pontífice.

Agca llegó a Roma en un tren desde Milán. Allí le esperaban tres cómplices -un turco y dos búlgaros-, que previamente habían recibido órdenes de un mafioso llamado Bekir Çelenk. El plan era fácil. Agca y otro de los pistoleros tenían que abrir fuego contra el Papa en la plaza de San Pedro, detonar un pequeño artefacto para distraer la atención y escapar a la embajada de Bulgaria.

Momento en que auxilian a Juan Pablo II tras los disparos de Ali Agca

Momento en que auxilian a Juan Pablo II tras los disparos de Ali Agca

Reuters

Cuando llegó la hora, ambos terroristas se encontraban sentados simulando que escribían postales. Justo cuando Juan Pablo II pasaba delante de ellos, Agca disparó con su pistola Browning de 9mm. Se oyeron varias detonaciones. Cuatro disparos impactaron en el Papa: uno en el codo derecho, otro en el dedo índice y dos, los que revestían mayor gravedad, en el vientre. Otras dos personas fueron alcanzadas por dos balas.

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Todo sucedió muy rápido, pero varios testigos lograron impedir que Agca continuase con la masacre. Instantes después, el jefe de seguridad del Vaticano, Camillo Cibin, atrapó al homicida. En el bolsillo de su pantalón encontraron una nota que decía: “Yo, Agca, he matado al Papa para que el mundo pueda saber que hay miles de víctimas del imperialismo”.

Rápidamente, Juan Pablo II fue llevado al Policlínico Gemelli, donde lo operaron durante cinco horas y veinte minutos. Su satisfactoria recuperación hizo pensar que había sido obra de un milagro, más si cabe al coincidir la fecha del atentado casualmente con la de las apariciones de la Virgen de Fátima.

Conspiraciones papales y secretas

Poco tardó en celebrarse el juicio contra el asesino del Pontífice. El tribunal italiano lo condenó a cadena perpetua y a la pena especial de “aislamiento” en julio de 1981. Dos años más tarde, Juan Pablo II visitó a Agca en la cárcel. Previamente, el Papa ya había declarado que rezaba por él y que lo había “perdonado sinceramente”.

Y aquella absolución se la quiso trasladar el 27 de diciembre de 1983, cuando verdugo y víctima charlaron cara a cara durante dieciocho minutos en actitud de confidencia. El terrorista insistía en ser “el instrumento inconsciente de un plan misterioso”, una estratagema que ocultaba intereses políticos. Si la imagen del atentado dio la vuelta al mundo, la del perdón de Agca removió conciencias. Incluida la suya, ya que poco después se convirtió al cristianismo.

Juan Pablo II se entrevistó con Ali Agca el 27 de junio de 1983

Juan Pablo II se entrevistó con Ali Agca el 27 de junio de 1983

Terceros

En mayo de 1989 y gracias a su buena conducta, Agca vio cómo el Tribunal de Ancona le redujo en casi dos años la pena de cárcel. En junio de 2000, el presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi lo indultó y el ministro de Justicia, Piero Fassino, le concedió la extradición a Turquía para que cumpliese condena por los delitos cometidos antes de 1981. El terrorista permaneció en la prisión especial de Kartal hasta enero de 2010, momento en el que fue liberado.

Desde entonces, y ya han pasado décadas, son muchas las teorías que circulan acerca de los verdaderos motivos que llevaron a Mehmet Ali Agca a atentar contra Juan Pablo II. Entre ellas destaca un plan fraguado por Moscú y los servicios secretos de la KGB, en connivencia con Bulgaria y Alemania del Este.

la policía detiene a Ali Agca tras atentar contra Juan Pablo II

La policía detiene a Ali Agca tras atentar contra Juan Pablo II

Getty Images

No obstante, a lo largo de 2014, el propio Agca desveló en una de sus autobiografías, Me prometieron el paraíso. Mi vida y la verdad sobre el atentado contra el Papa, que solo cumplió las órdenes dictadas por el ayatolá Jomeini, quien veía a Juan Pablo II como “el portavoz del diablo en la tierra”. Si lo asesinaba, sus actos se verían recompensados. Debía matar por Alá.

“Mata por él, mata al Anticristo, mata sin piedad a Juan Pablo II y después quítate la vida para que la tentación de la traición no ofusque tu gesto”, son las palabras que presuntamente le dijo Jomeini a Agca durante la reunión que mantuvieron.

Su vida en Estambul

A finales de ese mismo año 2014, Agca hizo una sorprendente petición al Vaticano: quería encontrarse con el papa Francisco durante su visita a Turquía entre el 28 y el 30 de noviembre. Pero la Santa Sede rechazó su solicitud y el terrorista arrepentido dijo no comprender aquel silencio por parte de la institución católica.

Eso no frenó a Agca para visitar motu proprio Roma y acudir al Vaticano con dos ramos de rosas blancas. El 27 de diciembre, fecha señalada por ser el aniversario de su audiencia con Juan Pablo II desde prisión, el terrorista paseó por el punto donde disparó al Papa y finalizó el recorrido ante su tumba donde colocó las flores.

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Ali Agca tras colocar flores en la tumba de Juan Pablo II (2014)

Terceros

Seis años más tarde, el diario británico Daily Mail localizó al asesino de Juan Pablo II: residía en los suburbios de Estambul y se mostraba como un vecino atento y amable, que dedicaba su tiempo libre a alimentar a los perros y gatos callejeros de su barrio. “Me siento como el Pontífice de los animales callejeros de Estambul”, llegó a decir al rotativo.

“Ahora soy un hombre bueno. Intento vivir mi vida de manera correcta. Cuando le disparé al Papa tenía 23 años. Era joven, ignorante. Recuerdo lo racional que me sentí. Disparé hasta que el arma se atascó”, reconoció. Sin embargo, Agca no desmintió las decenas de versiones que sobrevuelan en torno al intento de asesinato de Juan Pablo II.

Ali Agca con un gato callejero (2024)

Ali Agca con un gato callejero (2024)

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La única que se atrevió a señalar directamente al terrorista fue su propia mujer, Elena Hilal Agca Rossi, con quien contrajo matrimonio en 2015. La analista política y filósofa narra a través de un libro, publicado en 2024 y bajo el título de L’attentato al Papa, cuarenta años de mentiras, errores e inexactitudes respecto al “caos” creado por las diferentes versiones de su Ali Agca.

“Lo hacía sobre todo por la necesidad psicológica de alimentar el misterio en torno a su propio asunto”, explicó hablando de su marido en varias entrevistas a los medios de comunicación. De hecho, Elena puntualizó una “verdad incómoda”, como ella la denomina: “El único instigador de Agca hay que buscarlo en sus demonios interiores y quizá también en su destino”.

Ali Agca junto a su mujer Elena

Ali Agca junto a su mujer Elena

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Y, por fin, Elena aclaró determinadas dudas respecto a la participación o no de otras personas o de un supuesto complot político: “Agca actuó por iniciativa propia sin informar a sus amigos de sus intenciones porque temía que le impidieran llevar a cabo una acción tan grave y sensacional”.

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