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Manzanas envenenadas

La semana rosa

Más problemas para el príncipe Enrique, la nueva Blancanieves, el rey Federico de Dinamarca y el incombustible Kanye West

El rey Federico de Dinamarca, el príncipe Enrique, Rachel Zegler y Kanye West

Blancanieves sabe muy bien que no todas las manzanas son jugosas. La actriz Rachel Zegler, de ascendencia latina, conoció las maldades del fruto de la perdición de Adán y Eva antes de saborearlo, tan pronto como fue escogida para protagonizar la esperada adaptación de la histórica película de animación que este viernes llega a los cines. Hay quien esperaba que la piel de la Blancanieves de carne y hueso hiciese honor a su nombre. Pero Disney optó por una princesa woke. La superproducción nacía con un mordisco no al gusto de todos y ha acabado estrenándose devorada por los gusanos.

La cándida princesa y su madrastra, Gal Gadot, posaron juntas y sonrientes hace escasos días en la premiere del film en Hollywood, a pesar de que la relación entre ellas es casi tan extrema como la que existe en el cuento o, al menos, eso dicen. Las separa, no un espejo mágico, sino sus posicionamientos en la guerra entre Israel y Hamas. Zegler es de las actrices que se ha significado en defensa de Palestina, mientras que la actriz israelí apoya a su país.

Pero el supuesto desencuentro entre las dos protagonistas es solo otro mordisco más de esta manzana de la discordia. La aparición de los enanitos y el trato que reciben es otro de los puntos polémicos del filme. El propio actor de Juego de Tronos Peter Dinklage denunció la hipocresía de Disney, capaz de oscurecer la piel a Blancanieves pero de mantener los estereotipos de las personas con enanismo. Por si no había suficiente, la joven Zegler avivó todavía más el fuego criticando el filme de animación de 1937. Que si es anticuado, que si el príncipe es un acosador…

Rachel Zegler en el Alcázar

Pablo Cuadra / Getty

La película ha dado tanto de qué hablar antes de su lanzamiento, que Disney ha optado por rebajar el tono festivo con el que pretendía presentarla en sociedad y que condujo la semana pasada a Zegler al Alcázar de Segovia. La actriz posó ante el palacio, uno de los monumentos que inspiró a Walt Disney el famoso castillo, sin la presencia de su odiada madrastra pero, como no, con esa manzana roja envenenada (en formato bolso) entre sus manos.

Kanye West en los Grammy Phot

Jordan Strauss / Ap-LaPresse

Y es que esta ha sido una semana de manzanas podridas en el glamuroso cesto de celebs y royals. Por ejemplo, Kanye West ha vuelto con sus palabras envenenadas a X, publicando un comentario ofensivo sobre los gemelos de Beyoncé y Jay Z, de tan solo siete años, atentando contra el derecho al honor de los menores. “Espera, ¿alguien ha visto a los niños menores de Jay Z y Beyoncé? Son retrasados. Literalmente no, y es por eso que la inseminación artificial es una bendición. Tener hijos con retraso escolar es una elección”, escribió el rapero. Mientras los padres de las criaturas estudian una posible demanda contra West, la ex del diseñador, Kim Kardashian, no para de coleccionar motivos para hacerse con la custodia de los hijos que tienen en común. Está “horrorizada” por los insultos, según dijo una fuente a Page Six, la misma que anunció que la estrella de Kardashians “ya ha tenido suficiente y ya no intentará ser razonable con Kanye".

El conflicto entre ambos estalló a principios de esta semana cuando el cantante introdujo la voz de su hija North West, de once años, en una canción en la que también se escucha a Sean 'Diddy' Combs, en prisión por las múltiples acusaciones de tráfico sexual y crimen organizado que todavía va recibiendo. La popular Kardashian parece estar dispuesta a hacerse cargo en exclusiva de sus vástagos para evitar que las incendiarias declaraciones y apariciones de West (recordemos el desnudo de su mujer en los Grammy) siga alterando la dinámica familiar. La guerra entre ambos parece que está servida.

El prínice Enrique en los Invictus Games,

Ethan Cairns / Ap-LaPresse

A quien también se le pueden complicar las cosas es a Enrique de Inglaterra, a pesar de que un magnánimo Donald Trump decidiera tras su victoria dejar en paz al duque de Sussex con sus supuestas mentiras sobre el consumo de estupefacientes para lograr el visado a Estados Unidos, alegando que suficiente cruz carga con su mujer Meghan Markle. El grupo conservador Heritage Foundation, no obstante, persevera en su labor de ponerle difícil la estancia en tierras americanas y esta misma semana la juez a cargo del caso ha publicado los formularios que rellenó hace cinco años la manzana más amarga de la monarquía británica. Ahora bien, los documentos difundidos censuran ciertos datos para asegurar el derecho a la privacidad del príncipe. En realidad, todos los que podrían dictaminar si Enrique mintió sobre su consumo de drogas, tal y como reconoció que había hecho en su controvertido libro Spare.

El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha sido tajante y ha asegurado que no hay constancia de trato preferencial ni mala praxis gubernamental en la concesión de la visa al hijo pequeño de Carlos III. Recordemos que el problema no está tanto en el consumo de estupefacientes como en el hecho de haber mentido. Lo primero no llega a ser un impedimento para que un extranjero resida en EEUU; lo segundo, en cambio, sí.

Los reyes de Dinamarca, Federico y Mary

EMIL NICOLAI HELMS / AFP

Otra monarquía que sigue en el punto de mira, desde hace ya bastantes meses, es la danesa. Y, esta vez, por partida doble. Por un lado, se acusa a los reyes Federico y Mary de gastar en su primer año en el trono unos 6,3 millones de euros solo en bienes y servicios. Aparte quedan los sueldos de los empleados o el mantenimiento de los palacios. Esta abultada cifra, considerada “descontrolada”, contrasta con el escaso millón de euros invertidos por la reina Margarita e irrita a parte de los súbditos, que recuerdan que casi lo primero que hizo Federico cuando se puso la corona en la cabeza fue aumentar un 15,3% la dotación anual de la Casa Real en los presupuestos. Además, se les critica por las constantes anulaciones de su presencia en actos o por desaparecer del país sin dar explicaciones.

La segunda polémica que afronta estos días el monarca danés tiene como protagonista a su guardia real, de la que él mismo formó parte en 1986 cuando era príncipe. Un documental titulado Los guardaespaldas drogados, revela lo que era un silencio a voces: el desenfreno, los excesos, la droga o el alcohol que rodea a este cuerpo de élite que vela por la seguridad de la realeza danesa desde 1658.

Blake Lively en Nueva York

Caitlin Ochs / Reuters

A Blake Lively tampoco le salen las cosas como querría. La actriz sigue con las demandas cruzadas con Justin Baldoni por la polémica surgida en la película protagonizada por ambos, Romper el círculo, que él también dirige. El acoso sexual y difamación denunciados por la actriz de Gossip Girl le está pasando factura a nivel personal y familiar, según ella misma reveló.

Ahora, además, la esposa de Ryan Reynolds tiene que hacer frente a una nueva denuncia por parte de una influencer, Kaitlyn Marie Cooper. Según esta tiktoker, sufrió el acoso del equipo de seguridad de la actriz cuando intentó grabarla en el hotel donde la estrella se hospedaba con su hija. Los vídeos que difundió han encendido el debate en redes, donde se acusa a la creadora de contenidos de violar la intimidad de la actriz. Algunos de los mensajes que ha recibido incluyen insultos que Cooper también se ha encargado, como no, de denunciar.

Víctor Manuel

Paco Navarro

Suerte que ante tanta negatividad, hay rayos de luz como el que aporta Víctor Manuel con el recién estrenado documental sobre una de sus canciones más icónicas, Solo pienso en ti. “Siempre que alguien por la calle me da las gracias, sé que es por esa canción”, reveló el cantautor en una entrevista a bet365. La letra, inspirada en una joven pareja que quería casarse a finales de los 70, ayudó a visibilizar y sensibilizar a la población de la época sobre la realidad de las personas con discapacidad intelectual, demostrando que no eran manzanas podridas, sino todo lo contrario, un bocado de aire fresco y felicidad.