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“Se va al cielo una familia ejemplar pero sobre todo unida y feliz”

Tragedia en Nueva York

Consternación familiar, en Siemens y en el entorno manchego y catalán

Agustín Escobar y Mercè Camprubí con sus hijos en Nueva York

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A punto de aterrizar ayer en Nueva York, Joan Camprubí, hermano de Mercè, resume el sentir familiar y de quienes tuvieron la alegría de tratar a Agustín Escobar y Mercè Camprubí y sus tres hijos: “Se va al cielo una familia ejemplar pero sobre todo feliz y unida”.

Poco después, las familias Escobar Cañadas y Camprubí Montal agradecían en un comunicado las condolencias y el cariño. “Son momentos muy difíciles, pero el optimismo y la alegría siempre han caracterizado a nuestra familia. Queremos guardar el recuerdo de una familia feliz y unida, en el momento más dulce de sus vidas. Se han ido juntos, dejando una huella imborrable”.

“Queremos guardar el recuerdo de una familia feliz y unida, en el momento más dulce de sus vidas”

El ventilador del luto es generoso porque eran dos personas que no desaprovecharon la vida, educadas, a su vez, en la cultura del esfuerzo, el deporte y la alegría de vivir.

Nacido en 1975, Agustín Escobar se fue de su Puertollano, polo industrial de La Mancha, con 17 años para estudiar, en pos de lo que los antiguos llamaban “ser un hombre de provecho”. Cursó Ingeniería Industrial en la Universidad Pontificia de Comillas. un par de másters y entró de becario en Siemens, la multinacional alemana, con 25 años y hambre de mundo por delante.

Mercé Camprubí Montal tenía 39 años y tuvo la fortuna de nacer en una familia burguesa catalana y el mérito de estar a la altura. Bisnieta y nieta de dos presidentes del Barça de la era del textil que dejaron huella: Agustí Montal Galobart (mandato entre 1946-1952) y Agustí Montal Costa (1969-1977), premonitorios del tercer Agustín, al que seguiría, ay, su primogénito de once años.

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Mercè Camprubí estudió en los Jesuïtes de Sarrià y siendo la mayor de tres hermanos –le siguen el citado Joan y Berta– emuló la senda paterna al licenciarse en Ingeniería Industrial Superior en el año 2009. “No es porque haya muerto pero Mercè era todo alegría. Todo era fácil. La recuerdo recogiéndose el pelo en una coleta mientras no paraba de sonreír. Lo tenía todo: guapa, simpática súper deportista, estudiosa”, recuerda Leticia La Valle, amiga en la adolescencia y condiscípula en el Sant Ignasi.

“Estamos consternados”, señala una portavoz de Siemens, donde trabajaba el matrimonio, cada uno en lo suyo. Agustín Escobar fue ascendiendo y no uno sino bastantes peldaños. Conoció a su esposa en esas idas y venidas profesionales y convivieron dos años en Nueva York, ironías de la vida, entre el 2010 y el 2012, él al frente de Estrategia y Desarrollo de Siemens para Norteamérica, ella como consultora de Siemens. El siguiente destino compartido fue Bogotá, entre el 2012 y el 2018.

Agustín Escobar fue nombrado presidente y consejero delegado de Siemens España en diciembre del 2022 y en octubre del 2024 el máximo responsable de la división ferroviaria, joya de la corona. Ya era “un hombre de provecho”. La Junta de Castilla-La Mancha le reconoció como hijo predilecto ese año. Amor con amor se paga: ubicó en su ciudad la siderúrgica Hydrum, la primera fábrica en la península del llamado “acero verde”. “Regreso siempre que puedo (a Puertollano) a ver a mis padres y a mi hermana. Me gusta salir de tapas, pasear por San Gregorio y hacer algo de deporte corriendo o montando en bici”, declaraba a Lanza.

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La educación de los hijos pudo influir en la decisión de anclarse en Barcelona, sin que por ello Mercè Camprubí abandonase su carrera en Siemens. Vidas contemporáneas. También la posibilidad de volver al estadio del Barça y a los paisajes de la infancia en el Maresme, donde su padre, Joan Camprubí preside el Club de Golf Llavaneras desde el 2017. Otro punto de consternación. “Son una familia ejemplar, encantadores”, señala un socio que prefiere guardar el anonimato.

La atmósfera del Sant Ignasi-Jesuïtes de Sarrià fue atípica en un último día lectivo antes de un período vacacional. “Los niños no se lo creían y la profesora les ha confirmado la noticia sin dar más detalles por deseo de la familia”, señala la madre de una condiscípula de Mercè, que ayer hubiese cumplido los nueve años. El viaje a Nueva York era un regalo para ella y para todos.