En un supermercado elegimos entre dos yogures. Uno azucarado, el otro natural. A simple vista, parece un gesto insignificante, casi automático. Pero, según un reciente estudio, millones de decisiones como esta, pueden cambiar radicalmente la salud de todo un continente.
En 2050, si la tendencia actual continúa, cerca de 191,5 millones de adultos europeos mayores de 19 años tendrán sobrepeso y, de ellos, 57,8 millones serán obesos. Así lo señala una nueva investigación publicada en Economic Systems Research por George Philippidis y Ana Isabel Sanjuán, investigadores de la Unidad Transversal de DzԴdzí Agroalimentaria del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA).
La Organización Mundial de la Salud (OMS)
Seis de cada diez europeos tienen sobrepeso
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), seis de cada diez europeos tienen sobrepeso. Entre 2006 y 2016, el porcentaje de personas con obesidad en la Unión Europea (UE) aumentó un 21%. El sobrepeso ya ocupa el cuarto lugar entre los factores de riesgo más peligrosos para enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, la diabetes, la hipertensión y el cáncer. Si no cambiamos nuestros hábitos, el índice de masa corporal (IMC) seguirá creciendo y con ello, el riesgo de estas enfermedades.
La investigación plantea tres posibles caminos para reducir el azúcar en nuestra dieta: al 10% (el mínimo recomendado por la OMS), al 7,5% o al 5% de las calorías diarias. En el escenario más ambicioso, cada adulto europeo reduciría más de 220 calorías al día, lo que es comparable a eliminar una lata de refresco y un pastel pequeño del menú. De esta manera entre ocho y quince millones de adultos en Europa podrían evitar el sobrepeso y la obesidad para 2050.
En Escandinavia, donde la gente consume más azúcar, la reducción del sobrepeso podría ser hasta del 15%. En la región mediterránea, donde las dietas son más equilibradas, el impacto sería de un 3%.
Además de los beneficios para la salud, reducir el azúcar también tendría un impacto positivo en el medio ambiente, lo que se conoce como “huella alimentaria”. Si para 2050 toda la gente en Europa comiera solo un 5% de azúcar, cada persona podría ahorrar 56 metros cuadrados de tierra y reducir 20,2 kilogramos de CO₂ al año.
Reducir el consumo de azúcar a gran escala implica que la industria tenga que hacer ajustes, como aplicar impuestos sobre los productos más azucarados. Esto podría encarecer los alimentos y afectar el empleo en el sector agrícola. Sin embargo, loscientíficos creen que estos efectos son temporales y que a largo plazo los beneficios superarán los costes.