Ortopedia arancelaria, esto no puede acabar bien
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Las empresas guardan silencio ante el desafío de Trump mientras se preparan para el gran reajuste del comercio global. Ferrovial, ACS, Iberdrola, Grifols o Acerinox están en Estados Unidos
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“Moldeador de labios” vendido en la plataforma china Temu
Aparte de kits de supervivencia a módico precio y gorras de Make America Great Again a 3 euros, en la tienda online china Temu venden unos moldeadores de labios para hacer lifting facial. Como lo leen. El producto promete acabar con esos dos surcos que trazan los pómulos al deslizarse como un glaciar exhausto por las faldas de la nariz. Aparece en la fotografía que ilustra estanewsletter. La demostración de que en China nos dan ya por caso perdido. Como somos personas narcisistas obsesionadas con nuestra imagen, amén de autoexplotadas --eso lo dice el filósofo coreano Byung-Chul Han, no este otro inventado por la IA--, aspiramos con desesperación a disimular nuestros complejos.
¿A que viene todo esto? El moldeador de lifting facial de Temu nos lanza un mensaje que va más allá. Nos interpela, por decirlo en lenguaje de ahora. ¿Y qué nos dice? No es solo que China ha logrado convertirse en el líder mundial del comercio inundando de baratijas el planeta. Tampoco es que alguien a muchos kilómetros de distancia está al tanto de esas inseguridades emocionales detrás de las cuales Rusia identifica la decadencia de Occidente. Ni siquiera es la evidencia de que ya no podemos vivir sin China (¿podrá Estados Unidos?). No, el moldeador facial de Temu nos avisa de que entramos en la era dorada de la ortopedia, cuya primera misión será corregir las desviaciones de la globalización. Nos informa de que ha llegado el momento de incorporar moldes, pinzas, bridas, fórceps, férulas, escayolas y palancas para corregir las fuerzas de la gravedad y desviar los cauces naturales del comercio. El mismo comercio globalizador que ha sacado a millones de personas de la pobreza, pero ha fracaso en el objetivo último de llevar la libertad a todo el planeta y al que ahora Estados Unidos, en plena involución democrática, culpa de todos los males, con atención especial al déficit con China.
Como cuenta í Piergiorgio Sandri, Trump ha elevado los aranceles a los niveles más altos en un siglo. Y ha habido ocasión de hacer comparaciones con dos grandes ortopedias históricas:
La primera. Estos días, entre í y í bursátil, han permitido recordar que en la Gran Depresión ya hubo un presidente, Herbert Hoover, que en 1930 la tomó a arancelazo limpio para salvar la economía, lo que agravó el desastre.
La segunda. La determinación de Trump está siendo comparada con las prácticas de Mao Zedong. Por contradictorio que parezca, parece imitar a su gran rival. En lo político, su purga ideológica evoca la Revolución Cultural. En lo económico, su agresiva y temeraria apuesta por la autarquía remite al Gran Salto Adelante de 1958, que fue en realidad un enorme tropezón resuelto en hambruna.
Lo más divertido del magnífico entuerto planetario en el que nos hallamos es que responde a las teorías económicas de un economista que no existe. Esto de í de Piergiorgio Sandri no tiene desperdicio.
Manual del buen ortopedista arancelario. De las consecuencias más inmediatas ya estamos todos informados: descalabros bursátiles, riesgo de recesión y choque con la Reserva Federal, informa Francesc Peirón. El Día de la liberación ha costado más de 9 billones de euros a los mercados, según Bloomberg. Trump a eso lo llama “medicina”, muy en la línea de las metáforas económicas por todos conocidas para tiempos de crisis. “Me están besando el culo” es una metáfora nueva. La UE, informa Anna Buj, ha replicado en un tono negociador, pero China, gran tenedora de deuda americana, no se amilana y toma represalias tras aplicársele un arancel de hasta el 145%.
Donald Trump
Por cierto, sobre la deuda americana que atesora China, JD Vance ha dicho lo siguiente con su exquisita retórica de pressing catch: “Tomamos dinero prestado de campesinos chinos para comprar las cosas que fabrican otros campesinos chinos“. Lo cuenta desde Bangkok Jordi Baños.
Empresas y gobiernos piden cita para el ortopedista. Los aranceles de Trump conforme a su caprichosa y ya celebérrima fórmula obligan a las empresas y a los gobiernos del resto del planeta a aplicar de urgencia un rápido fitness facial. La Casa Blanca ha dado una patada al hormiguero del comercio mundial, que ahora intentará recomponerse a toda velocidad. Las empresas deben reconducir hacia otros destinos estos días el flujo de mercancías para recomponer el orden.
¿Qué hemos de esperar? La pregunta que todos se hacen ahora es: ¿qué tipo de ortopedia nos espera ahora? Tres posibilidades:
Opción uno. Unos braquets, esto es, un episodio sin consecuencias estructurales. Estos días la gran duda ha sido si Trump acabaría cediendo a la presión del mercado y de sus propios ciudadanos. Parece que en parte sí, al aplicar una pausa negociadora de 90 días, salvo a China. Por momentos, Trump parecía echar un pulso a la Reserva Federal en busca de bajadas de tipos mientras difundía en sus redes sociales un vídeo que alimenta la idea de que el creciente riesgo de recesión responde a un plan maestro de la Casa Blanca. El pasado fin de semana mucha gente se echó a la calle, pero la auténtica presión en este país teocrático devoto del dinero es otra: cerca del 60% de la población estadounidense tiene acciones en bolsa. Por no hablar de las pensiones de millones de ciudadanos invertidas en Wall Street.
Jordi Juan recuerda la figura de Liz Truss. ¿Se encuentra Trump atrapado en un error mayúsculo, como el que cometió aquella fugaz primera ministra británica al apostar por bajadas de impuestos y más gasto público a la vez? La caída del barril de petróleo y del dólar son los dos elementos que operan a favor de Trump, pero ya hay evidencia de que el error es mayúsculo.
Opción dos. Una nueva era de herrajes ortopédicos planetarios. Pongamos que los aranceles, pese a esta pausa de 90 días --no afecta a los del 10% ya en vigor-- se consolidan. Muchos economistas están conjeturando con la posibilidad de que China o Vietnam vuelquen ahora su producción sobre Europa. Como ya ocurrió con los coches eléctricos, Bruselas se vería obligada a levantar barreras comerciales a terceros países. Eso elevaría el riesgo de una guerra comercial a gran escala. ¿Están las empresas y los consumidores preparados para este escenario? ¿Es posible una desglobalización radical en un mundo lleno de aparatos con piezas procedentes de decenas de países? El propio gurú de Trump, Peter Navarro, recuerda que Tesla no es un fabricante de coches, sino un ensamblador de piezas procedentes de múltiples países, buena parte de ellos asiáticos. Elon Musk le respondió llamándole ”imbécil“”.
Opción tres. Una entente mundial antiortopédica al margen de Estados Unidos. Como diría Woody Allen, la Organización Mundial del Comercio ha muerto, el imperio americano ha muerto y yo no me siento nada bien. Con el mercado estadounidense cerrado, China podría hallarse ante su gran momento histórico. Si juega bien sus cartas y facilita el acceso a su mercado a otros países, podría adelantar su asalto a la primera potencia mundial y extender de un plumazo su hegemonía. Es posible que la Casa Blanca ya haya percibido ese riesgo y de ahí su disposición a negociar con la UE y otros socios. El viaje de Pedro Sánchez a China está lleno de claves, tantas como el que emprenderá Meloni a Washington. La UE parece dispuesta a atender los dos flancos. Por cierto, esta entrevista con Rafael Dezcállar, embajador de España en China, es muy oportuna.
Una idea: China es clave en las tierras raras y en la producción de baterías de coches eléctricos. Y si en la pugna con Trump se trata de saber quién es capaz de soportar más dolor, saldrá ganando, como indica í Jordi Juan.
Otra anécdota de la semana --anécdota evanescente, como la información que arde en pocos segundos--: varios enclaves se presentan como plataformas de exportación, desde los que quedar a salvo de los aranceles. Estados Unidos ha llegado a incluir en su lista una isla inhóspita poblada por pingüinos para evitarlo. En Italia se ha hablado de San Marino y en España, de Andorra, como comenta Eduardo Magallón. En ambos casos, no parece que la idea tenga visos de prosperar.
El consejero delegado de Inditex, Óscar García Maceiras, y la presidenta, Marta Ortega
¿Y qué decir de las empresas españolas? Guardan silencio, a la espera de la gran resituación ortopédica mientras fondos y bancos de inversión dejan en suspenso salidas a bolsa --Cirsa-- y operaciones de compra de empresas. Será interesante conocer cómo se toman las empresas este tercer gran aldabonazo a la economía mundial en cinco años --el primero fue la pandemia y el segundo la invasión de Ucrania--. ¿Cómo afectará por ejemplo a la multinacional española por excelencia, Inditex? En la automoción, que parece siempre ir un paso por delante en la geopolítica empresarial, Nissan o Jaguar ya han anunciado que cancelan entregas a Estados Unidos.
A la espera de concreción, cabe clasificar las empresas españolas en tres tipos:
Las más expuestas. El vino, el aceite o los componentes de automoción que venden empresas como Gestamp, Antolin o Cie están amenazados. También la industria química, pese al frágil alivio de las farmacéuticas, exentas por ahora de aranceles. Preocupan en bolsa empresas orientadas al turismo como IAG, ѱá o Amadeus. Repsol tiene la incertidumbre añadida de problemas como el de Venezuela. Y los bancos podrían acusar una economía que deja de ir tan bien. Estos días, por cierto, la volatilidad e incertidumbre de los mercados también ha alcanzado a la opa del BBVA sobre el Sabadell.
Las que tienen negocio en Estados Unidos. Parten como potenciales ganadoras en el America First, pero ahora se encuentran con un panorama incierto en el país. Acerinox tiene una gran fábrica en Kentucky y compró hace poco una empresa de acero para el negocio aeroespacial. Santander está apostando fuerte con Openbank, hasta el punto de firmar un acuerdo con una gran teleco local, Verizon, para expandirse en la banca minorista. Ferrovial cotiza en Nueva York y está construyendo la terminal uno del aeropuerto neoyorquino de JFK. Iberdrola es un líder en las renovables del país y cuenta con importantes líneas de transmisión eléctrica. ACS, a través de Turner, es de las mayores constructoras del país, con proyectos emblemáticos como el de los centros de datos de Meta.
Las que pueden quedar más a salvo. La intuición apunta a que las empresas dedicadas a suministros locales están menos expuestas. La intuición, porque el terremoto económico es impredecible. Las empresas de agua, electricidad o telefonía deberían tener mejor pronóstico. Las llamadas utilities. También las que practican la economía circular, con Vidrala o Celsa como ejemplos. La bajada del petróleo debería sentar bastante bien a la economía española.
Nada más, un dato de economía ficción: Las empresas españolas están pagando aranceles del 10% por entrar en Estados Unidos que en 90 días podrían alcanzar el 20%. Sin embargo, España importa más de lo que exporta al país. Tiene déficit comercial. Si España aplicase la fórmula de Trump a Estados Unidos, cobraría aranceles del 17% a los productos americanos. España exporta 18.179 millones al país e importa por 28.192 millones. ¿Qué pasaría su aplicásemos la fórmula de Trump? Déficit entre importaciones, por cien y entre dos. 10.013/28.192= 0,35, x 100, % 2 = 17. Aunque la exposición española es baja, sus productos pueden darse por bien castigados al pagar un arancel del 20%. Aquí Fernando H. Valls detalla las ayudas de Gobierno.
En fin, encontremos el lado positivo de las cosas. Por primera vez en mucho tiempo y si la ultraderecha no lo estropea, la UE tiene un gran propósito por delante. De obsesionarse con la competición interna, llega el momento de competir en el mundo con autoridad. El proyecto europeo tiene una inmejorable oportunidad para consolidarse como potencia. Por otro lado, los moldeadores faciales no están mal. A la gente se le pone una pose interesante al usarlos. No descarten que, ahora que estrechamos lazos con China, acabemos todos luciéndolos por la calle. Como dirían los Monty Python, Always Look On The Bright Side Of Life.
Otras noticias de la semana
Marc Murtra, presidente de Telefónica
- Telefónica quiere impulsar fusiones. “Europa, Europa, Europa” Esta es la prioridad para la Telefónica de Marc Murtra, el foco en el que se van a poner los esfuerzos y el conocimiento de la compañía. Así lo transmitió el presidente de la compañía a los accionistas en su comparecencia ante la junta. La empresa baraja participar en operaciones de consolidación en el continente, informa Pilar Blázquez.
- Prada compra Versace. Fundada a finales de los setenta en Milán, Versace estaba en manos hasta ahora del grupo estadounidense Capri Holding, que la compró hace siete años a la familia fundadora y al fondo Blackstone. Ahora la adquiere Prada. La DZó se cerrará por un valor de 1.250 millones de euros (cerca de 1.400 millones de dólares), informa Raquel Quelart.
- Acciona estrena relaciones en Catalunya. Tras el pacto en torno a la gestora del agua de los ríos Ter y Llobregat, la famosa ATLL, pendiente de su homologación por el Tribunal Supremo, Acciona y la Generalitat se aprestan a sacar partido aceleradamente de estas nuevas relaciones sin contenciosos judiciales pendientes. Es uno de los temas de la sección semanal Network, de Manel Pérez.
- Tesla se desvanece en Europa. Las automovilísticas asiáticas están sacando partido del decaimiento de Tesla. En los dos primeros meses del año, el fabricante estadounidense de vehículos eléctricos ha registrado una caída de las ventas del 49% en Europa, hasta las 19.046 unidades, según los datos publicados por la asociación europea de fabricantes de automóviles ACEA. Las marcas asiáticas sumaron en conjunto en los dos primeros meses 56.934 unidades comercializadas en Europa, informa Noemi Navas.